Al día siguiente de salir de mi casa con Ranger en los brazos, limpié y moví las cosas de la sala, Marcela al darse cuenta dijo "wow que bonito, está diferente. Podemos dejarlo así mientras Ranger no está". Ella sabía que tratabamos de mantener las cosas en el mismo sitio de siempre para que Ranger no se desorientara tanto ni tropezara. Las últimas semanas, aún sin mover las cosas, tenía que guiarlo hasta donde estaba el agua o la comida, o darle un empujoncito para que entendiera que podía seguir caminando por dónde iba. Ranger a veces cruzaba antes de tiempo o se sobresaltaba pensando que iba a chocar, y otras, simplemente chocaba sutilmente contra cualquier cosa. Recuerdo que un día Ranger no podía pasar a la terraza porque alguien dejó mal ubicada una silla; Ranger cabía por dónde iba, tenía suficiente espacio para pasar cómodamente, pero no estaba acostumbrado al cruce que ameritaba el camino con esa silla unos centímetros más a la derecha.

Sí, al día siguiente de salir de mi casa con Ranger en los brazos, limpié y moví las cosas de la sala, yo estaba buscando una forma de distracción y desahogo, pero Marcela se dió cuenta y lo nombró en voz alta. Yo le digo: Ranger ya no está, mami. Y ella, inocentemente dijo "Si, pero vamos a dejarlo así hasta cuándo regrese. Ya sabes, hasta que el veterinario lo cure y lo traiga para la casa de nuevo".

Marcela cree que Ranger salió de aquí dormido, y ¿Cómo le dice uno que no? ¿Qué fuerzas saco del corazón para decirle que ya no va a volver? Si es que no tengo ningunas.


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